miércoles, 16 de marzo de 2011

El niño que se enamoró riendo

Estábamos en el avión. No llegó a decirme su nombre. Era un anciano muy amable y realmente simpático. Llegó a decirme que tenía unos ochenta y cinco años. Era alto, muy alto y sus ojos eran grises. Me contó una historia sobre su pasado, un pasado lejano…
           Tenía unos 11 años. Era un niño tímido, reservado y desinteresado; era realmente impasible. Evitaba hablar con las personas que le rodeaban, relacionarse no era lo suyo. Siempre estaba serio, no se alegraba ni emocionaba por nada.  Un día como otro cualquiera llegó a su clase una niña preciosa que rebosaba felicidad y alegría. Se llamaba Liss. Cada día él la miraba. Le gustaba escucharla cuando hablaba. Le fascinaba ver como caminaba. Se despistaba cuando pasaba cerca de él. Pasaron semanas hasta que ella le habló. Él se alegró como nunca. Pero no sabía qué decir ni cómo comportarse. Así que simplemente fue él mismo, serio y reservado. Para él Liss era maravillosa. Tan especial que  un día cambió la historia de su vida. Algo en ella hizo que él experimentara algo que nunca había sentido antes, una sensación extraordinaria… Su tripa se movía, sus ojos se cerraban ligeramente y su boca se extendía. Se estaba riendo, no sabía cómo ni por qué. Era la primera vez que se reía. Estaba completamente enamorado.
             Por fin se abrieron las puertas del aeropuerto. Aquel anciano fue rápidamente hacia una mujer, pequeña y delicada. La besó. Se acercó hacia mí y me dijo: esta es Liss.

6 comentarios: